Si los que disfrutamos del rock independiente salimos una noche cualquiera en Lima, ¿que encontramos?.
No hay mayores opciones: movernos en el circuito “regular” de Barranco / Miraflores con conciertos de las bandas de siempre, en los escenarios de siempre; o llegar -casualmente- por el boca a boca a tocadas de noveles bandas en días, horarios y lugares a veces poco accesibles.
Pero porque estos buenos momentos terminan siempre en la última canción y siempre tenemos que conformarnos con tomar una cerveza en el local donde tocó la banda o peor aun; comenzar el necio periplo de trasladarnos de bar en bar en busca de fiesta, normalmente con decepcionantes resultados.
¿Por qué no tenemos derecho a seguirla?. ¿Porque la movida del rock independiente esta tan alejada de los momentos festivos?, ¿Porque mira con incredulidad a primos hermanos también derivados del funk y el soul como la electrónica de baile o los nuevos sonidos sintéticos? – hace ya 20 años existió Manchester y nos demostró que la convivencia se vive en paz y gozo-.
Fragmentación extrema, falta de información y el miedo al riesgo inundan nuestra escena. Aquellos que consideramos al rock como un movimiento evolutivo, en esta ciudad nos reflejamos en el mismo retrogarado charco del mainstream musical.
No hay mayores opciones: movernos en el circuito “regular” de Barranco / Miraflores con conciertos de las bandas de siempre, en los escenarios de siempre; o llegar -casualmente- por el boca a boca a tocadas de noveles bandas en días, horarios y lugares a veces poco accesibles.
Pero porque estos buenos momentos terminan siempre en la última canción y siempre tenemos que conformarnos con tomar una cerveza en el local donde tocó la banda o peor aun; comenzar el necio periplo de trasladarnos de bar en bar en busca de fiesta, normalmente con decepcionantes resultados.
¿Por qué no tenemos derecho a seguirla?. ¿Porque la movida del rock independiente esta tan alejada de los momentos festivos?, ¿Porque mira con incredulidad a primos hermanos también derivados del funk y el soul como la electrónica de baile o los nuevos sonidos sintéticos? – hace ya 20 años existió Manchester y nos demostró que la convivencia se vive en paz y gozo-.
Fragmentación extrema, falta de información y el miedo al riesgo inundan nuestra escena. Aquellos que consideramos al rock como un movimiento evolutivo, en esta ciudad nos reflejamos en el mismo retrogarado charco del mainstream musical.